"LOS DERECHOS NO SE PIDEN SE CONQUISTAN"

No se pide permiso para cambiar la historia, y eso es lo que están haciendo nuestros hermanos chilenos. No pararon, y no van a parar hasta que el logro no sea significativo; hasta que la lucha no se traduzca en derechos y dignidad para un pueblo que estuvo dormido los últimos treinta años, anestesiado por el miedo y el terror que supo imponer el dictador Pinochet, que hasta una constitución a la medida de sus delitos tuvo. De ese modo, legitimó cada detención, cada tortura y cada asesinato.

Chile no sabía que podía protestar. Generaciones enteras se sometieron a la desigualdad impuesta por las recetas del neoliberalismo, hasta que el 18 de octubre de 2019 todo cambió. Hay una imagen que quedará grabada en nuestra memoria: esos estudiantes saltando los molinetes del metro, una forma de protestar que fue el inicio de un reclamo masivo. Al día siguiente, los estudiantes de muchos colegios secundarios, rompieron los portones de las escuelas que no les permitían salir a manifestarse.

**Esta juventud chilena recuerda a la gloriosa juventud peronista de la década del setenta. Estudiantes secundarios y universitarios de Valparaíso, reunidos en una asamblea abierta, llamaron a no acatar la "normalidad" que buscaba imponer Piñera, bajo la consigna "nuestros muertos no se negocian". Desde ese momento, más de doscientos de ellos, casi todos integrantes de la llamada "primera línea" de manifestantes, han perdido la visión de uno o ambos ojos, ya que los carabineros apuntaron a sus rostros. Conmueve saber que ante las persecuciones de las cuales son blanco, muchos de estos chicos han tenido que ir a buscar sus diplomas encapuchados.

Es necesario recordar que, aunque gran parte de la prensa argentina haya dejado de difundir este reclamo, el gobierno de Chile, a través de su policía, continúa torturando civiles y criminalizando la protesta. **

Sebastián Piñera tiene sus manos manchadas de sangre.

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